AVS, proveedora desde Elgoibar de la NASA o la Agencia Espacial Europea, compra a su principal rival

Hace exactamente tres años, Added Value Solutions (AVS), una ingeniería de Elgoibar que se podría definir como ‘del futuro’, pues se dedica a concebir, diseñar y crear aparatos complicados que se mueven y que trabajan en entornos muy complejos, como pueda ser algunos componentes críticos del rover enviado a Marte para recoger material o cámaras de vacío para la experimentación con láseres, y que cada semana habla de sus proyectos compartidos con la NASA o la Agencia Espacial Europea, recibía el Premio a la Nueva Empresa de Adegi.

Entonces, su cofundador y ‘alma mater’, Miguel Ángel Carrera, explicaba a este periódico que «la industria científica es maravillosa, pero hay que tener mucha paciencia». En una de las pocas entrevistas concedidas por este visionario ingeniero, confesaba que, más allá de verdaderos gigantes con miles de empleados y volúmenes inalcanzables, su principal competidor en todo el mundo era «una empresa del estado de Nueva York».

Las cifras

600 clientes pasa ahora a tener AVS, que incorpora a alguno de los más prestigiosos laboratorios del mundo gracias a la neoyorquina ADC. 100 ingenieros es la nueva plantilla de la elgoibartarra, que también tiene oficinas en Oxford, Sevilla, Tenerife y Nancy.

Pues bien. Tras mucho esfuerzo y no menos arrojo, esa firma estadounidense, que se llamaba (y se llama) Advanced Desing Consulting USA (ADC), ya no es rival para AVS.

La razón es muy sencilla, la elgoibartarra la compró la semana pasada. De un bocado y, además, a pulmón, sin capital externo. «Ha sido un año de negociaciones eterno, larguísimo, con subidas y bajadas, muy intenso, interminable, pero ha terminado muy bien; esto es realmente increíble, impresionante», confiesa el emprendedor. La paciendia, por tanto, ha dado sus frutos.

Por eso Miguel Ángel Carrera -y sus compañeros de aventura, sus socios Jon Osoro y Ricardo Diego- no pueden evitar estos días vivir con una sonrisa pegada a la cara. La misma que luce la directora financiera, Aintzane Arizaga, que ha ‘sufrido’ lo suyo en este meses.

Es la satisfacción de haber integrado a tu primer rival en un solo gesto que, además, te permite doblar la facturación y multiplicar por seis tu número de clientes por todo el mundo; captando, además, a algunos de los más prestigiosos laboratorios públicos y privados de todo el mundo como puedan ser los de las universidades de Berkley, Cornell (muy próxima a la nueva filial) o el Laboratorio Europeo de Radiación Sincotrón (ESRF por sus siglas en inglés).

Los números de la operación, eso sí, permanecen bajo siete llaves; algo, por otra parte, muy habitual en este tipo de adquisiciones. Lo único que Carrera desliza es que el precio finalmente pagado ha sido menor que el que en su día se estimó como previsible para cerrar el asalto.

«El objetivo siempre fue éste», declara el director general de AVS, no para referirse a la mera adquisición de ADC, sino para explicar que la ambición con que nació la ingeniería elgoibartarra tenía como objetivo trabajar poco a poco como una ingeniería casi al uso para la industria ‘normal’, entregando proyectos llave en mano, para, mientras tanto, abrir brecha en el sector de la ciencia, donde todo es más lento y los resultados (se puede traducir como los productos propios) tardan bastante en llegar.

A contracorriente

«Cuando creamos AVS, esa primera parte, esas horas de ingeniería que vendíamos como otros muchos, suponían el 50% de todo; fue entonces cuando sellamos un acuerdo con Danobat, que mantenemos hoy, aunque aquel 50% sea ya apenas un 5%», explica Carrera.

El responsable de AVS subraya que la firma -que también podría recibir el premio a la ‘guipuzcoanidad’, pues guarda sus tesoros entre una carrocería y una ebanistería en un edificio de anodina y discreta fachada- ha luchado «siempre a contracorriente». «Nos hemos autofinanciado nuestro propio crecimiento siempre, trabajando fuera de las modas que de vez en cuando se imponen en la industria», defiende.

Del mismo modo, AVS, destaca Carrera, «ha intentado favorecer a una red de fantásticos proveedores que, salvo para alguna cosa muy especial, el más lejano está en Tolosa». «En Gipuzkoa, y sobre todo en este valle, hay de todo», añade.

Otra de las claves del éxito de la ingeniería elgoibartarra ha sido su capacidad de diversificación en ese ámbito de la industria científica. Y es que hoy trabaja en siete áreas, como son la astrofísica, los aceleradores de partículas, los proyectos de fusión, los sincrotones, los láseres, la neutrónica o el espacio. De hecho, incide Carrera, «somos la única empresa del mundo que tiene proyectos vivos en todas esas divisiones, que a lo largo de este tiempo han apoyado unas a otras».

La neoyorquina coincide con la firma de Elgoibar en algunos campos, pero Carrera no ve un problema en eso. «Hemos mantenido a su equipo, pues la confianza es básica, y ahora toca gestionar la suma, reducir el estrés de este año y ganar nuevos contratos», dice, para recordar que la nueva filial (sita en la ciudad de Ithaca) tiene muy buena penetración en EEUU, Canadá y Japón.

¿Cómo fue la negociación? Carrrera revela que su primera llamada al propietario de ADC (un iraní formado en Londres) fue en octubre de 2017. «Se lo pensó, y el 31 de enero de 2018 viajé allí y cerramos un acuerdo, pero dos días antes de firmar, y después de un análisis severo de su empresa, se echó para atrás; era junio», explica. «El pasado enero le volví a llamar, y volvió a decir que sí, para el 9 de mayo, un día antes de la firma, retirarse. Hasta que el sábado 11 mayo, volviendo de Ikea, me llamó; hablamos hasta las tres de nuestra madrugada y, esta vez sí, lo logramos. El lunes, día 13, firmamos la venta. Espectacular», concluye Carrera de nuevo con la sonrisa cosida a la cara.

28 mayo 2019, El Diario Vasco